Pensamientos en los días del encierro .....
Quizá al principio no tomé con suficiente seriedad las noticias sobre el virus, a mediados de enero no sabía demasiado, mis preocupaciones estaban centradas en poder acabar mi semestre académico de la mejor manera posible. Con el pasar de los días comenzaron a emerger noticias que advertían del inicio de una epidemia en la provincia de Wuhan China —prontamente se convertiría en una pandemia—. Admito que en esos momentos no pude concebir la cantidad de consecuencias que esto traería a la vida de cada una de nosotras, no estábamos preparadas para afrontar un encierro parcial —menos uno total—. Una de las mayores preocupaciones eran las condiciones para afrontar esa posibilidad, me imaginé un “juego” hostil y tétrico, la muerte estaba a la vuelta de la esquina, ya no era necesario firmar con mano propia la condena de muerte, el virus no distingue las condiciones materiales y afectará a quienes más carecen de ellas.
En cuestión de días me encontraba encerrada y con gran incertidumbre, los noticieros —algo alarmistas— pasaban cada minuto información sobre el virus, las redes sociales no se quedaban atrás, vídeos, artículos, imágenes devastadoras. Me recordaba un poco al libro La peste de Albert Camus, texto que había creado en mi mente pequeñas concepciones — “en el aire se respira la muerte”, quizá morir sea lo único seguro en la vida —. Aún con el bombardeo constante intenté calmar mis pensamientos fatalistas y pensar un poco más allá del miedo, no me producía terror estar encerrada, sino la posibilidad de morir enferma y aislada. Algo que no había contemplado en mi corta vida, pese a levantarme dos veces de una probable muerte, no puedo aceptar sucumbir a eso —no ahora—.
Mi cabeza comenzó a calmarse poco a poco, entendí que se salía de mis manos, aun así, me desconcertó no poder hacer nada, solo podía esperar. Simultaneo a ello comencé a explorar el feminismo —admito que me deprimió un poco—, desde plataformas virtuales encontré cursos y herramientas que guiaron mi lectura al respecto. Esto abrió mi panorama, me di cuenta de una lógica que había puesto sobre mí la marca de la violencia por “nacer mujer” (esto ya me lo había sugerido mi tutora en formulación de proyecto, cuando hice mi exposición, no tuve el tiempo para verlo detenidamente en ese momento).
Comencé a trabajar con las herramientas que iba explorando de manera detenida, su estudio me animo, en parte, a retomar aquello que había dejado atrás como: el dibujo y la flauta traversa. Exploré escritos y dibujos que tengo de la infancia y la adolescencia, no recordaba lo mucho que me gustaba escribir sobre mis sensaciones del entorno —admito que cuestione mi elección de carrera—. Me dedique a rastrear conceptos en mis diarios, pequeñas anotaciones, dibujos y grabaciones que tengo sobre mis instrumentos, encontré que repetía la palabra libertad con mucha melancolía y gran parte de mis escritos reflejaban mucho dolor sin decir explícitamente las razones.
(Este fue uno de los aportes que encontré en las paginas)
(Un dibujo sin acabar)
(Otro dibujo sin acabar)
Note que muchos de ellos estaban escritos en forma de verso, otros en pequeñas reflexiones sobre mis emociones en el momento — quizá de manera inconsciente siempre lleve un diario —. Nunca me fue fácil hablar abiertamente sobre mí, solían decirme retraída, callada, incluso maleducada por no querer pronunciar palabras y cerrarme de una u otra manera. Aun hoy me dicen hable duro — me da risa recordarlo —, creo que el encierro me ayudo a pensarme detenidamente muchas cosas sobre mí y la relación que establezco con los demás. Hay una en particular que no ha dejado mi cabeza —puede que este no sea el espacio para contar esto, pero necesito hacerlo —. Hace algunos meses un amigo mío decidido suicidarse, dentro de mi quedo un gran sentimiento de culpa, en mi cabeza solo retumbaba la idea de no haber hecho suficiente, simultaneo a ello tuve que enfrentarme a una posibilidad en que mi cuerpo fallara —creo que el dolor me comenzó a carcomer en ese momento —. Todo ese tiempo hasta el día de hoy la palabra muerte no ha dejado de rondar mi cabeza, no dejo de preguntarme ¿por qué? ¿por qué? Realmente no he encontrado una respuesta que me satisfaga, solo puedo intentar tranquilizarme y recordar su mirada, sus gestos cuando me enseñaba a tocar el llamador al ritmo de la cumbia. En cuanto a mí sé que poseo la fuerza para sobreponerme a las posibilidades.
https://www.youtube.com/watch?v=NVHnqkbxgGc (Esta es la canción que más me lo recuerda)
Ahora más que nunca creo que debo hacer algo para cambiar las cosas, no quiero seguir reproduciendo la crueldad con que fui (mos) criada (s), e intentar entender en su particularidad a cada uno, más allá de imponerse saberes académicos. Gran parte de mi experiencia me ha hecho saber que la sensibilidad es esencial para generar un cambio significativo en nosotras y en las demás. Algunas preguntas que me hice mucho tiempo son ¿qué tiene que pasar para que yo decida cambiar? ¿tengo que estar al borde de la muerte? ¿debo ver morir a mis amigos? ¿tengo que haber sufrido mucha violencia? Para darme cuenta del dolor ¿qué tiene que pasar? ¿una pandemia? Aun así, creo que el encierro es una gran oportunidad para pensar de diversas maneras toda la mierda que se viene encima e intentar cambiar.
tus letras son sonidos que quiebran oidos...
ResponderBorrargran canción para escuchar adentro....
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ResponderBorrar[10:58 a. m., 23/4/2020] Igua: Camila, me tomé el tiempo de leer tu primer diario en el blog, lo leí dos veces. Me alegra haber llegado aquí porque cuando una escribe espera que alguien les, así sea un deseo pequeño.
ResponderBorrarMe gusta como escribes, me alivia que tengas un espacio para tí, me calma que este tiempo sea una oportunidad para reconstruirte de alguna manera y volver a los pasos que diste: pero siendo otra.
Gracias por compartir.