Comentario a la ponencia de Angie Bernal

En comentario intentará dar una respuesta a una de las preguntas plantadas por Angie en su ponencia Conocimientos situados: La cuestión científica en el feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial. Para ello, me valdré de mi experiencia personal e intentaré conectar esto con la propuesta de Donna Haraway, en este pequeño apartado del libro Ciencia, cyborgs y mujeres.
Pregunta

¿Hay que fundamentarse primero teóricamente sobre lo que dicen algunos filósofos ilustres y luego si pensar de forma situada … o al contrario?

Aprendizaje si pero no así

La formación en filosofía intenta mostrarnos una manera de aproximarse y desarrollar habilidades concretas para acoplarse a la academia, con el tiempo entendemos que apunta a la rigurosidad en el pensamiento y en la escritura un tipo de orden dentro del razonamiento y cómo plasmado. Esto es algo que me ha costado entender, sinceramente me he sacado más de un 0 y me he cuestionado la forma de aprenderlo. Parte de la carrera ubica su norte en trasmitirnos saberes de múltiples autores (en su mayoría masculinos), un estilo de preparación para acercarnos de forma “acertada” a la teoría. No voy a negar que me sentí atrapada en ello, (hasta me lo creí), tuve que cambiar mi forma de escribir, eliminar palabras, muletillas e intentar adaptarme a una forma de expresarme. Constantemente repetía en mi cabeza “debes acoplarte”, “debes estudiar uno a uno los conceptos”, “no eres rigurosa”, “te mereces esa nota”. Al mismo tiempo pensaba “esta no soy yo”, “mis textos me son ajenos, extraños” “¿Qué tiene que ver ese saber con mi vida?”, “¿vale la pena aprenderlo?”, “parece que voy a aprender a hacer buenas reseñas”, “creo que se hacer buenos resúmenes ¿eso es una ponencia, un ensayo?”, “¿y si pongo lo que pienso?”, “¿será que solo voy a poner mis prejuicios?”


Gran parte de mi formación se ha centrado en callar y aprender a escuchar a los que, si saben e intentar “ser parecida a ellos”, y negar a los que no poseen la “verdad”. Ciertamente eso no ayudo mucho a mis sentimientos, con el tiempo deje de escribir pequeñas reflexiones y poemas con seudo métrica, me olvide de dibujar de tocar mis instrumentos de viento y sentir sus dulces sonidos. En varias ocasiones me sentí muy frustrada, cuestioné de manera obsesiva mis capacidades para entrar a la academia filosófica. Olvidé gran parte de mi por centrarme en la filosofía, la verdadera no esos feminismos ideológicos o líneas latinoamericanistas, era muy contradictorio. No le di importancia ni suficiente tiempo a entender la magnitud y la importancia de eso hasta que choqué con mi propio dolor, que intentaba negar de manera “ascética”, no sentir era lo que más deseaba. Con el tiempo me di cuenta que no podía tapar el sol con un dedo, necesitaba desesperadamente encontrarme a mí misma y conectar todo eso que había aprendido con mi experiencia, de lo contrario no iba a tener un aprendizaje significativo de nada, me estaba convirtiendo en un cumulo de datos sin sentido que además negaba su cuerpo y su vivencia.

Creo que la academia no nos prepara para pensarnos de manera situada, en sus afanes de objetividad y rigurosidad conceptual nos hace olvidarnos de nosotras mismas, deslegitima nuestra experiencia y anula nuestras opiniones. Siembra miedo y reproduce una cadena de crueldad en los procesos educativos, ello me llevó a pensar muchas veces que “los conceptos entran con lágrimas”, lo más triste de ello es que muchas veces nosotras no comprendemos que esto trasciende nuestros “fallos” y es un problema que legitima la violencia epistemológica, el género, el proceso colonial que nos es impuesto y no permite que veamos nuestro lugar de enunciación, castra nuestra escritura e impone unos modos correctos de pensar y actuar en un espacio profundamente machista.

El trasmitir saberes va más allá de darlos por hecho y admitirlos como verdad absoluta, pues aprender a pensarnos de manera situada es no negar nuestra particularidad y todos esos pequeños matices que a cada una nos compone. Por ello, se debe propender a el dialogo permanente entre nuestra experiencia situada y nuestro saber teórico. Creo que debemos pesarnos de manera diferente la academia, y este espacio en seminario de contemporánea es un gran paso para ello.

Mi opinión respecto a la fundamentación conceptual va más allá de autores clásicos con pretensiones de enseñarnos a “pensar”, pero no a pensar (nos), apelo más a que el saber es rizomático y se puede llegar a cosas muy interesantes y valiosas desde la experiencia (no por ello es menos riguroso). He visto despliegues de teóricos en el dibujo, la música, los testimonios (entre otros) que ha impactado de diversas formas mi vida y han cuestionado de manera profunda mi horizonte de sentido ¿si el conocimiento no es para vivir, entonces para que es el conocimiento?

-Quizá podríamos en nuestras “instituciones”  algún día apostarle a un currículo feminista, crítico y situado.
(Me encantaron las canciones del vídeo Angie).
Ponencia:
https://tejiendopalabrayreflexion.blogspot.com/

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